

A Rufo le gusta rascarse, cantar, morder, olfatear… pero no le gusta nada, nada, ¡pero nada!, su abrigo nuevo. Cuando salga a jugar con Rubí, su mejor amiga, quizá se dé cuenta de que llevar un abrigo no es algo tan malo. Lo importante es poder jugar cómodos y calentitos, y, sobre todo, ¡jugar juntos y en los charcos!