Gustavo era un fantasma muy muy tímido al que le gustaba muchísimo tocar su violín. Por encima de todo, deseaba tener un amigo, así que decidió ser valiente y enviar una invitación muy especial.
En aquella época, el futuro remoto era algo indefinido, no sabía qué nombre dar a mis vanas ilusiones. Solía estar sola, deambulaba por calles interminables, y cuando se levantaba el viento me sentía como la hojarasca. Contemplaba el cielo estrellado, deseando saber si habría alguien en algún lugar del mundo encaminándose hacia mí. Era como la luz, que va de una estrella a otra. Luego apareciste tú. Y después nos separamos. Esperábamos la juventud, pero nos equivocamos el uno con el otro.
Hilda es una niña con una extraordinaria capacidad para hacer amigos entre los seres más peculiares. Sin embargo, cuando un ejército de duendes invisibles bombardea la sala de estar de su casa en plena noche con piedras y avisos de desahucio forzoso, tiene que pensárselo dos veces antes de conocer a esas nuevas criaturas. Ante el acoso de esos seres y el temor a perder su hogar, Hilda emprende una aventura para proteger la casa en la que siempre ha vivido y descubrir quién es, si es que existe, el Gigante de Medianoche.
La cuidad de Trolberg demuestra tener más secretos por desentrañar cuando Hilda descubre que su mundo no es como ella lo había imaginado. En su nueva aventura, Hilda conoce a los nisses: un travieso pero carismático grupo de inadaptados que viven en un mundo al margen -aunque, en cierto modo, dentro- del nuestro, un mundo en el que las leyes de la física no pintan demasiado. Son unos seres pequeños y peludos, de grandes narizotas, que habitan en los huecos sin usar de los hogares. Mientras tanto un oscuro espectro se cierne sobre las calles de Trolberg?
El pequeño Enfadosaurio se ha levantado contento pero todo se va torciendo poco a poco. Su hermano le hace rabiar, se ha tropezado y se ha hecho daño y, para remate, ¡el desayuno no le gusta nada! Está tan enfadado que solo puede chillar y patalear.