Archibaldo y su papá contemplan las golondrinas que vuelan hacia tierras lejanas. Ese viaje genera en el niño muchas preguntas que el padre contestará con sensatez, ternura y paciencia, reasegurándolo en esa difícil y hermosa travesía que es el crecimiento.
En esta ocasión el cuento se apoya en ese vínculo fundamental que se debe construir entre un padre y su hijo. Ambos comienzan un diálogo filosófico, íntimo, sencillo pero profundo, en el cual todas las dudas, los interrogantes, los temores, las angustias del pequeño se colman y se calman con cada respuesta de su papá. Respuestas que salen de la experiencia y, especialmente, del amor.
La hora de dormir es el momento de los secretos entre Archibaldo y su mamá. Y es también la ocasión perfecta para que el niño haga una pregunta difícil: «¿Me querrás toda la vida?». Para la mamá, sin embargo, la respuesta es fácil y le responderá de una forma muy especial.
Archibaldo invita a los lectores a conocer su casa. Cuenta cómo es, cómo la percibe un día y cómo al otro le resulta completamente distinta... Y además, describe las casas de cada uno de sus amigos y las compara.
La mamá, el papá y la abuela de Archibaldo están desesperados... Por muchos recursos que utilizan, no hay forma de que el pequeño deje de jugar y concilie el sueño. ¿Conseguirán que se duerma o se dormirán ellos primero?
Hay un niño nuevo en el colegio de Archibaldo. Sam es diferente a los demás, juega a juegos distintos y dice cosas sorprendentes. ¿Será fastidioso no ser igual a los otros? Archibaldo lo descubrirá...